El colectivo NS/NC, en peligro de extinción 🙄🤐
La tensión política de los últimos años hace caer el porcentaje de personas que rechaza declarar su ideología por debajo del 10%, el mínimo histórico del CIS
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La idea de este post empezó la semana pasada cuando leí las declaraciones de Joaquín Leguina, presidente socialista de la Comunidad de Madrid entre 1983 y 1995, en las que afirmaba que “antes prefiero que gobierne Isabel Díaz Ayuso a que lo haga Ángel Gabilondo con Pablo Iglesias” —y así va a ser—. Leguina se sumaba así a otros veteranos dirigentes socialistas que durante los últimos años han mostrado su oposición al PSOE dirigido por Pedro Sánchez —este reportaje de David Brunat en El Confidencial profundiza en este fenómeno—.
A raíz de estas afirmaciones, se me ocurrió mirar los microdatos de los barómetros mensuales del CIS sobre autoubicación ideológica para ver si uno se hace más de derechas con la edad y las diferencias políticas entre generaciones de españoles. Esta era la hipótesis que quería comprobar con los datos del CIS en este post: ¿la generación de nuestros padres se ha vuelto más de derechas con el paso de los años?
Pero a la hora de analizar los datos a través de gráficos exploratorios me llamó la atención un extraño cambio de tendencia a partir de 2017: mientras la ideología declarada de los jubilados se hacía más de izquierdas, las del resto de edades —incluidos los jóvenes— giraban hacia la derecha, estrechándose la brecha ideológica entre ambas. Aun así, los mayores de 65 años siguen siendo más conservadores, mientras que los jóvenes suelen ser más progresistas.
Este gráfico me llamó tanto la atención que decidí cambiar radicalmente la hipótesis inicial de este post e intentar averiguar los motivos de este cambio de tendencia que se está viendo desde hace cuatro años.
¿Qué pasó en 2017 para que la ideología conservadora de los jubilados se izquierdizara mientras las más progresistas del resto de edades se derechizaban?
Que los datos respondan a esta pregunta.
Antes de empezar
Los microdatos del CIS han sido obtenidos a través de su Fichero Integrado de Datos (FID). En el postdato de este artículo profundizaré más sobre esta herramienta accesible y gratuita.
A diferencia de los microdatos de las encuestas del INE, los microdatos del CIS carecen de factor de elevación, la variable que permite extrapolar la información de cada encuesta a un número determinado de personas. En cambio, los barómetros del CIS sondean mensualmente a unas 2.500 personas en una muestra que, en teoría, es representativa de la sociedad española adulta.
La metodología, el código y los datasets del proyecto están disponibles en este repositorio de GitHub.
Qué dicen los datos
La media es un indicador estadístico muy fácil de entender pero que al mismo tiempo oculta muchos otros matices de los datos. Al ver el anterior gráfico con la evolución de la autoubicación ideológica media por grupos de edad, nuestra primera reacción ha podido ser la de pensar que, en efecto, en los últimos cuatro años los jubilados se han vuelto más de izquierdas por su miedo a ver recortada su pensión —¿por qué no?— y los jóvenes y adultos se han derechizado atraídos por Vox —¿por qué no?—.
Pero el siguiente gráfico introduce un elemento de la autoubicación ideológica que no hemos tenido en cuenta hasta ahora, ni siquiera se nos habría pasado por la cabeza. Es lo que me pasó durante el análisis exploratorio de los microdatos del CIS.
Si dejamos a un lado la media aritmética y nos fijamos en la distribución de los encuestados en función de sus respuestas, observamos la drástica reducción desde 2017 de un colectivo que la media no tiene en cuenta: el de los ‘No saben o No contestan (NS/NC)’ a esta pregunta —aquí debería ir la archiconocida fotografía del avión que ilustra el sesgo del superviviente, pero como ya está muy vista, la incluyo como enlace—.
Entre 1990 y 2015, entre el 20% y el 30% de los encuestados por el CIS rechazaba contestar con un número entre el 1 (extrema izquierda) y el 10 (extrema derecha) a esta pregunta. Pero a partir de 2017 —ese año tuvo lugar la declaración unilateral de la independencia por parte de Cataluña y la irrupción política de Vox— este porcentaje se ha precipitado por debajo del 10% actual. Al ser cada vez más personas las que declaran su ideología política, estos nuevos valores enriquecen más la muestra sobre la que se calcula la autoubicación ideológica media.
Como vemos en el gráfico, la caída del porcentaje de personas que responden NS/NC a esta pregunta coincide con otros momentos de tensión política, como en el período 1993-1996 (“váyase señor González”), 2002-2004 (“no a la guerra”) o 2014-2016 (irrupción de Podemos y Ciudadanos). Pero ninguna de ellas ha sido tan prolongada y profunda como la que estamos viendo desde 2017.
Al mismo tiempo que el porcentaje de los NS/NC va cayendo desde 2017, el peso de la extrema izquierda y la extrema derecha va en aumento. Y desde 2019, coincidiendo con el año de la doble cita electoral que concluyó con el gobierno de coalición del PSOE con Unidas Podemos, el porcentaje de personas que declara ser de centro ha aumentado considerablemente —del 30% a casi el 40%— en detrimento de los de izquierda.
Si añadimos una nueva variable a este análisis —la edad—, observamos algo todavía más llamativo.
Si nos fijamos en los dos gráficos de la izquierda, vemos cómo el porcentaje de jubilados —un colectivo conservador en su conjunto— que declara ser de extrema izquierda ha aumentado del 5% de 2017 al 15% actual, mientras que el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años —un colectivo progresista en su conjunto— que afirma ser de derechas ha pasado del 8% al 15%. Estos porcentajes dan a entender que la tensión política que estamos viviendo desde 2017 ha servido para movilizar a personas con ideologías a contracorriente de su grupo de edad que, en tiempos políticos más tranquilos, se decantan por el NS/NC para evitar las discusiones políticas con su entorno.
Además, observamos cómo el aumento del porcentaje de personas que declara ser de centro desde 2019 se da en los adultos de más de 35 años, coincidiendo con una disminución del peso que representan las personas de izquierda en estos mismos grupos de edad. Sin embargo, el porcentaje de jóvenes de 18 a 34 años que afirma ser de izquierdas ha aumentado en los tres últimos años, mientras que los de centro siguen anclados en torno al 30%.
Finalmente, vemos cómo la caída del porcentaje de las personas que ‘No saben o No contestan’ ha sido similar para todos los grupos de edad, aunque la primera curva en empezar a bajar ha sido la de los mayores de 65 años, en el año 2017, y la última la de los jóvenes de 18 a 24 años, ya en 2018.
En resumen
El porcentaje de personas que ‘No saben o No contestan’ a la pregunta sobre su autoubicación ideológica ha pasado del 20% en 2017 a estar por debajo del 10%, el mínimo histórico de los barómetros del CIS.
La tensión política moviliza políticamente a los electores, especialmente a aquellos con ideologías a contracorriente de las habituales de su grupo de edad.
Desde 2019, el año de la doble cita electoral que acabó con el gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, el porcentaje de adultos de más de 35 años que declara ser de centro ha aumentado de forma considerable en detrimento de los de izquierdas.
Postdato
Hace apenas dos semanas, en la celda número 6 de FILAS Y COLUMNAS, me referí al proyecto conjunto del INE, la Agencia Tributaria, la Seguridad Social y el Banco de España para “el diseño de un sistema colaborativo de datos al que los investigadores tendrán acceso, siempre que la información vaya a ser utilizada con fines científicos de interés público”, y sobre cómo el acceso restringido a los investigadores puede suponer una oportunidad perdida para la explotación de los datos por parte de toda la sociedad.
El Fichero Integrado de Datos (FID) del CIS es el ejemplo contrario de esta política restrictiva. Esta herramienta gratuita —lo único que hay que hacer es registrarse con un usuario, correo electrónico y contraseña— permite descargar a cualquier usuario, previa autorización por parte del CIS, los microdatos históricos de ocho estudios sin tener que motivar su solicitud ni detallar el uso que se va a hacer de estos datos ni acreditar la condición de investigador del usuario. Lo único que tiene que hacer el usuario es crear una cuenta de usuario del FID, registrarse con ella, elegir las variables que quiere de los microdatos e identificar la petición con un nombre. Nada más.
Esto es lo que hice para la descarga de los microdatos con los que he elaborado este análisis. Tras entrar en mi cuenta de usuario, accedí al espacio de los microdatos de los barómetros mensuales desde febrero de 1990, seleccioné todos los barómetros disponibles y elegí las variables que quería para mi análisis: grupo de edad y autoubicación ideológica. Al rato, el CIS me autorizó la solicitud y me ofreció dos archivos TXT para su descarga: uno con los microdatos —a los que añadieron varias columnas de identificación del estudio y la persona encuestada— y el diccionario de variables. Todo este proceso me llevó un total de 15 minutos —el CIS manda un email al enviar la solicitud y otro cuando los archivos están disponibles— y cero explicaciones.
Ojalá más instituciones públicas adopten la metodología del Fichero Integrado de Datos del CIS como forma de acceso a sus microdatos.